Hombres:
Esta vez, trataré de ser "menos agresiva" con el contenido de este post. Veremos si resulta...
Hablemos de cosas simples... hablemos de la vida de la gente común... y torpe...
Hay miles... todos hemos sido torpes en más de algún momento y si somos lo suficientemente grandes y con algo de "inteligencia emocional" podremos reírnos de nuestros tropiezos y metidas de pata...
Veamos algunos ejemplos (no todos míos... me los han contado) que los harán esbozar una sonrisa y si se acuerdan de sus propios "Chascarros de Cama"... la cuenten...
Testimonios:
I. Privacidad Conyugal
"Estábamos disfrutando de una romántica velada con mi marido. Él venía recién llegando de un viaje de más de una semana al extranjero y como llegó tarde… no saludó a los niños y nos fuimos directo a la pieza a darle su “bienvenida”… Era súper tarde pero teníamos que ponernos al día, después de todo.
Mi marido es un hombre alto (grande) y estábamos a puerta cerrada pero se me olvidó colocar el seguro. Esa noche estaba a luz apagada porque me cuesta concentrarme…
La verdad, estaba muy excitada y no reparé en nada… él estaba sobre mí y yo gozaba con cada movimiento. Mi hombre seguía en lo suyo y como soy chica, no cachaba nada… solo cerraba los ojos y me concentraba, mientras me decía cosas medias obscenas que calentaban más el momento. En un momento escuché que mi marido me dijo ¿Qué quieres chanchita?... y yo, completamente ensimismada le decía ¡sí, así duro… dale…dale!!... y él dice… ¡NOOO, que quieres CHANCHITO!??....
Mi hijo estaba al lado de mi cama y había entrado a la pieza, pero estaba tan en otra que no lo escuché… Dí un grito y me hice la loca….
Debimos continuar otro día. Por suerte, era chico todavía y no se dio cuenta.”
II. Plancha dolorosa
“Llevábamos dos meses de relación y todo iba de maravillas. Teníamos sexo en todas partes… en la cocina, en el baño, el living y lógico que en el dormitorio. Pero había un solo inconveniente ya que mi “pololo” no vivía solo; tenía un compañero de departamento y a veces nos teníamos que mantener más calladitos para no perturbar al vecino…
La cama que nos cobijaba en esas noches de pasión era muy pequeña (1-1/2 plaza) y estaba media vieja… así que sonaba un montón. Y como estaba el “vecino” y no nos aguantábamos las ganas de… terminamos haciéndolo de pie…
Mi pololo que es alto, se tenía que agachar así que para ayudarlo, busqué (como pude) algo donde apoyarme. Lo más cercano que toqué fue una tabla para planchar y en la mejor de las posiciones en el momento, me cargué con todo el peso en ella. Y ahí estabamos, dándole de lo lindo cuando de repente entre gemidos y movimientos… la tabla no resistió y se desplomó. Conmigo encima...
Mi pololo quedó dando puntadas al aire y yo en el suelo golpeada con los fierros me quejaba y no me podía parar… con todo el poto al aire. La risa nos impidió seguir… Y con el estruendo despertamos a su compañero…
Cuando me toca planchar… siempre me acuerdo.”
III Mala influencia
“Fue en una despedida de soltera para una colega extranjera que conoció la pasión chilena. La Novia era muy seria y su cultura era muy reprimida, por lo que era bastante inocente, según nosotras. Como estaba sola en Santiago le encantó la idea que la celebraran y estaba muy animosa para salir a festejar. Lo que no sabíamos es que ella nunca tomaba tragos y como es usual en las despedidas de solteras la llevamos a un pub conocido y especializado en el tema.
Compramos los típicos cintillos con su distintivo miembro… cornetas y bromas temáticas. Ella miraba todo muy asombrada pero se sentía contenta.
Le invitamos un pisco sour y cuando le contamos que estábamos en un lugar donde los hombres mostraban sus “atributos” se incomodó porque creía que aquello era incorrecto. Cuando salió el primer stripper… todas vociferábamos, gritábamos como locas y ella se tapaba los ojos y decía que era algo “indecente”
No alcanzó a tomarse el segundo pisco sour, cuando la ví con la mirada como perdida…. Nadie de las presentes se percató porque cada una conversaba en lo suyo y las que podían se acercaban a la barra a mirar más de cerca a los Minos. De repente la ví avanzar como sonámbulo la tarima de los artistas… el vedetto de turno se acercó a ella a bailarle y como en un acto de irracionalidad extrema para ella, lo acercó más hacia su cuerpo y le empezó a desabrochar su cinturón. Yo la alcancé a ver de lejos… y corrí para sacarla del escenario porque ella comenzó a exigir que se sacara todo… y mezclaba palabrotas en su idioma y se enojó porque la sacamos de ese momento sublime de liberación sexual.
Durante la noche, la chica se paseó por todo el recinto, completamente borracha y compartiendo feliz con el resto de las mesas, lo único que quería era ver hombres desnudos y webear de lo lindo… los vedettos hicieron gala de posiciones gimnásticas con ella.
A mi me asustó. Nunca la ví de esa forma y más encima más de algún jote andaba buscando alguna chica con ganas de celebrar en otro lado. Me las dí de chaperona toda la noche.
Al final la fue a buscar su novio… y cuando la vió así, nos miró furioso y la subió al auto… Demás está decir que no fuimos invitadas a la boda.”